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Ermita a la Virgen de Monserrat, Cataluña |
jueves, 5 de enero de 2023
Ermita a la Virgen de Monserrat
Oratorio privado de doña Celerina
Cementerio de El Arroyo (sic)
Sacerdotes dueños de esclavos
Aún cuando la iglesia católica, en tiempos de la colonia, asumía un Poder Supremo en nombre de Dios no dejaba a un lado las cosas terrenales. En 1666 fallece el cura rector de la parroquia Barcelona, Padre Vicente Freira Cermeño, dejando en su testamento la disposición de que vendieran sus esclavos a los efectos de garantizarle los servicios de capellanía eterna para que su alma ganara el cielo. La venta de los esclavos del Padre Freira Cermeño produjo la cantidad de 1666 pesos. Asimismo, en esa época, la aristocracia barcelonesa pedía disponer servicios de capellanías por un precio inaccesible al común de la población. En el siglo XVIII, cada ciudadano acaudalado tenía su servicio particular de misa en su residencia, el cual era autorizado por Bula Papal por intercesión del Obispo de Puerto Rico.
Cuánto costaba enterrar un muerto en la catedral
En tiempos de la colonia enterrar a un aristócrata en la antigua iglesia de Barcelona tenía su precio. El recinto religioso tenía ocho tramos, uno de los espacios para las sepulturas estaba ubicado en las gradas de la capilla mayor hasta la primera columna. El privilegio de ser enterrado en esa zona costaba ocho pesos y cuatro reales, mientras que en el séptimo pilar estaba reservado para los esclavos por el precio de veinte reales. Este tipo de servicio luctuoso dejaba a un lado la igualdad de clases, tal como lo comentó Monseñor Constantino Maradei en el prólogo del libro de Fernando de Bastardo y Loayza, Noticias Historiales de Nueva Barcelona, editado en 1985.
Terremoto de 1766
El 21 de junio de 1766, el territorio oriental vivió uno de los más cruentos terremotos que se haya sentido en estas tierras. Barcelona se estremeció durante siete minutos, tal como lo describe el sacerdote Fernando de Bastardo y Loayza. Las casas comenzaron a juntarse y los arboles caían al suelo, mientras el río Neverí subía de caudal y sus aguas batían como si el mar hubiese entrado en él. Los habitantes de Barcelona se echaron a la calle, para buscar auxilio en la iglesia parroquial. Durante tres días, el pueblo siguió fervoroso las instrucciones de sus sacerdotes, mientras durante esos mismos días se sometieron a un riguroso ayuno, el cual culminó con la procesión del Nazareno.